La cosa no tenía porqué haber sido así. Toda la red, la calle y la opinión pública echaba humo con las protestas que remarcaban la injusticia del canon, los principales periódicos habían dedicado al tema artículos, columnas de opinión y encuestas con resultados aplastantes, los diputados habían recibido oleadas de mensajes de ciudadanos indignados que pedían que su voz fuese escuchada. Pero nada. No pasó nada. La democracia española se limitó a dar una decepcionante muestra de hasta qué punto no está preparada para que los ciudadanos expresen su voz. Demostró el triunfo de la política de los favores, de cómo favorecer a un culturetariado que se echa a la calle en modo la voz de su amo cuando es preciso para ganar votos, para protestar contra lo que haya que protestar, a cambio de un bochornoso subsidio repartido con los criterios más absurdos que jamás hemos visto. La política asquerosa, la de la compra de voluntades, la de la negociación con lo innegociable, la de unos ciudadanos son más iguales que otros. El espectaculo de ver a los supuestos representantes de todos los españoles subirse al estrado para decir estupideces y mentiras, para justificar su voto o su abstención, para decir que sin canon serían ilegales las descargas o que es preciso compensar a los autores contra el daño que les produce Internet (cuando hoy sabemos que Internet debería ser para ellos la mayor de las bendiciones y toda una fuente de negocio viable) fue una verdadera vergüenza. Los teóricos representantes de nuestra democracia llegaron a comentar en el estrado el revueloque se había organizado en torno al tema del canon, pero se mostraron completamente sordos a tal revuelo: si la SGAE aprieta y hay que pagar favores, la voluntad del pueblo da exactamente lo mismo.
Que vayan poniendo sus barbas a remojar. Las cosas no van a ser siempre así. En democracias más maduras, con representantes provistos del natural sentido de la vergüenza, las cosas cambian cuando la ciudadanía expresa su voz. En Canadá, por ejemplo, la introducción de la Digital Millenium Copyright Act (DMCA) el pasado 13 de Diciembre fue detenida cuando un grupo de activistas encabezados por Michael Geist con el apoyo del también canadiense Cory Doctorow consiguieron que miles de personas reflejasen en sus páginas su desacuerdo e inundasen de mensajes y llamadas las oficinas de sus representantes políticos, que parece que, al contrario que como sucede en España, sí tienen cierta vocación por representarlos.
Si hay algo con respecto a lo que la política no puede estar al margen es la voluntad popular. Internet, como muchas empresas saben ya, es una manera ideal de conectar con la voluntad de la mayoría, de pulsar la opinión. Mientras empresas de todo el mundo empiezan, cada día más, a basar muchas de sus decisiones de gestión en las tendencias que detectan en la red, la política insiste en sus errores y se desconecta de ésta, con unas elecciones ante sí en las que está perfectamente claro que Internet jugará un papel fundamental. Con el canon nos han ganado una batalla. Ya veremos quien acaba ganando la guerra.
Reproducido del blog de Enrique Dans
Que vayan poniendo sus barbas a remojar. Las cosas no van a ser siempre así. En democracias más maduras, con representantes provistos del natural sentido de la vergüenza, las cosas cambian cuando la ciudadanía expresa su voz. En Canadá, por ejemplo, la introducción de la Digital Millenium Copyright Act (DMCA) el pasado 13 de Diciembre fue detenida cuando un grupo de activistas encabezados por Michael Geist con el apoyo del también canadiense Cory Doctorow consiguieron que miles de personas reflejasen en sus páginas su desacuerdo e inundasen de mensajes y llamadas las oficinas de sus representantes políticos, que parece que, al contrario que como sucede en España, sí tienen cierta vocación por representarlos.
Si hay algo con respecto a lo que la política no puede estar al margen es la voluntad popular. Internet, como muchas empresas saben ya, es una manera ideal de conectar con la voluntad de la mayoría, de pulsar la opinión. Mientras empresas de todo el mundo empiezan, cada día más, a basar muchas de sus decisiones de gestión en las tendencias que detectan en la red, la política insiste en sus errores y se desconecta de ésta, con unas elecciones ante sí en las que está perfectamente claro que Internet jugará un papel fundamental. Con el canon nos han ganado una batalla. Ya veremos quien acaba ganando la guerra.
Reproducido del blog de Enrique Dans