El precio de la banda ancha (uno de los más caros de Europa) hace que los usuarios (son de los que menos ayudas para adquirir tecnología reciben de la administración) no se sientan especialmente inclinados a conectarse a Internet. Las instituciones que debieran impulsar el desarrollo se han visto inmersas en cuestiones políticas ajenas a la necesidad perentoria del crecimiento de conexiones con banda ancha y han actuado de un modo que para nada ha beneficiado a los posibles Internautas. Resumiendo, la convergencia de distintas dificultades nos lleva a ver cómo el tren de la tecnología se aleja cada vez más y nos va dejando en vía muerta.
Editorial de vnunet.es
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