iPad en el Parlamento Europeo: aparato nuevo, viejo paradigma.
iPad en el Parlamento Europeo: aparato nuevo, viejo paradigma.
En los últimos días, en relación con la comercialización del iPad en varios países europeos, ha aparecido en varios medios la noticia de que los eurodiputados se han autoasignado un iPad para su disposición personal, en el marco de un programa de movilidad parlamentaria cifrado en unos 5 millones de euros. Supuestamente, la necesidad de movilidad frecuente de los diputados y las diputadas europeos, que alternan su base de operaciones en la sede de Bruselas, con las sesiones plenarias en Estrasburgo y otras semanas de trabajo en su propia circunscripción electoral, es lo que ha motivado la propuesta de otorgarles un iPad. El pretexto es que este aparato hará las funciones de una oficina móvil proporcionándoles todo lo que necesitan en cada momento.
Me gustaría aclarar que, matizando lo que afirma la prensa, no todos los diputados estamos ni mucho menos de acuerdo con la idea. Como mínimo, desde el grupo de los Verdes/ALE la rechazamos, no sólo por un coste que consideramos alto y evitable, y más en tiempos de crisis, sino por las implicaciones que esta apuesta tecnológica concreta tiene en relación a la cuestión de los derechos digitales, tema en el que estamos implicándonos fuertemente.
Para nosotros, elegir un iPad como solución tecnológica a la movilidad parlamentaria significa continuar exactamente con la misma lógica equivocada. Es cierto que por un lado se rompe la hegemonía de Microsoft en las instituciones europeas, pero no nos engañemos, eligiendo a Apple no se sale de la lógica de los contenidos cerrados y privados. Quienes queremos que se instaure el Software Libre y una mayor accesibilidad en el Parlamento Europeo nos encontramos con una operación de maquillaje mediante un nuevo gadget tecnológico. Los Verdes nos oponemos frontalmente a dotar de un iPad a cada miembro del Parlamento Europeo, no sólo porque no lo consideramos una buena idea, sino que entendemos que es completamente contraria a la interoperabilidad y a los derechos digitales. Todo ello supone, en definitiva, continuar postergando la revolución digital que hace tiempo que reclamamos como urgente para la instituciones europeas.
Por otro lado, considero que hay otras necesidades mucho más prioritarias que el iPad, como por ejemplo ampliar el acceso Wi-Fi en las distintas sedes -restringido a muy pocos lugares, por sorprendente que parezca-, o permitir a los diputados, asistentes y asesores que puedan descargarse software de manera simple y sin tener que pedir una instancia para que el servicio técnico proceda a ello. En particular, no podemos instalar OpenOffice.org, lo que nos incomunica con las personas que nos envían documentos en formatos abiertos Además, se nos obliga a usar Internet Explorer como navegador. Estos son sólo algunos aspectos, pero es la realidad del Parlamento Europeo en pleno siglo XXI, con signos claramente indicativos de la obsolescencia digital en que nos encontramos para desempeñar nuestro trabajo diario.
Finalmente, entre los argumentos que algunos usan para justificar la necesidad del iPad, se esgrime que el hecho de tener que cambiar de sede parlamentaria habitualmente hace imprescindible este aparato, puesto que se facilita el transporte de la información y la posibilidad de trabajar durante los largos y pesados desplazamientos entre Bruselas y Estrasburgo. Pues bien, desde los Verdes ya hace tiempo que nos oponemos a estos absurdos cambios de sede que cuestan al contribuyente 200 millones de euros, que en efecto resultan una perdida de tiempo, y que además tienen unas emisiones asociadas de 20.000 Tn anuales de CO2. Venimos reivindicando hace tiempo que se elimine de los Tratados de la Unión Europea la obligatoriedad de hacer doce sesiones al año en Estrasburgo y que por lo tanto dejen de realizarse. En definitiva, nos parece si cabe aún más cínico que esto sea un argumento para justificar la asignación de los iPads a los diputados.
Por Raül Romeva i Rueda - Eurodiputado
Para nosotros, elegir un iPad como solución tecnológica a la movilidad parlamentaria significa continuar exactamente con la misma lógica equivocada. Es cierto que por un lado se rompe la hegemonía de Microsoft en las instituciones europeas, pero no nos engañemos, eligiendo a Apple no se sale de la lógica de los contenidos cerrados y privados. Quienes queremos que se instaure el Software Libre y una mayor accesibilidad en el Parlamento Europeo nos encontramos con una operación de maquillaje mediante un nuevo gadget tecnológico. Los Verdes nos oponemos frontalmente a dotar de un iPad a cada miembro del Parlamento Europeo, no sólo porque no lo consideramos una buena idea, sino que entendemos que es completamente contraria a la interoperabilidad y a los derechos digitales. Todo ello supone, en definitiva, continuar postergando la revolución digital que hace tiempo que reclamamos como urgente para la instituciones europeas.
Por otro lado, considero que hay otras necesidades mucho más prioritarias que el iPad, como por ejemplo ampliar el acceso Wi-Fi en las distintas sedes -restringido a muy pocos lugares, por sorprendente que parezca-, o permitir a los diputados, asistentes y asesores que puedan descargarse software de manera simple y sin tener que pedir una instancia para que el servicio técnico proceda a ello. En particular, no podemos instalar OpenOffice.org, lo que nos incomunica con las personas que nos envían documentos en formatos abiertos Además, se nos obliga a usar Internet Explorer como navegador. Estos son sólo algunos aspectos, pero es la realidad del Parlamento Europeo en pleno siglo XXI, con signos claramente indicativos de la obsolescencia digital en que nos encontramos para desempeñar nuestro trabajo diario.
Finalmente, entre los argumentos que algunos usan para justificar la necesidad del iPad, se esgrime que el hecho de tener que cambiar de sede parlamentaria habitualmente hace imprescindible este aparato, puesto que se facilita el transporte de la información y la posibilidad de trabajar durante los largos y pesados desplazamientos entre Bruselas y Estrasburgo. Pues bien, desde los Verdes ya hace tiempo que nos oponemos a estos absurdos cambios de sede que cuestan al contribuyente 200 millones de euros, que en efecto resultan una perdida de tiempo, y que además tienen unas emisiones asociadas de 20.000 Tn anuales de CO2. Venimos reivindicando hace tiempo que se elimine de los Tratados de la Unión Europea la obligatoriedad de hacer doce sesiones al año en Estrasburgo y que por lo tanto dejen de realizarse. En definitiva, nos parece si cabe aún más cínico que esto sea un argumento para justificar la asignación de los iPads a los diputados.
Por Raül Romeva i Rueda - Eurodiputado