España, el último bastión en la resistencia de la red
España, el último bastión en la resistencia de la red
En un mundo plagado de pornografÃa infantil, en el que nuestros datos en la red son accesibles por cualquier gobierno sin que podamos hacer nada, en el que la cultura se ha convertido en una engrasada maquinaria de entretenimiento cara e inaccesible, un pequeño paÃs de españoles irreductibles se muestra firme en contra de que sus derechos sean pasados por alto en la red.
España es el único paÃs occidental donde aún es un derecho copiar, pegar, compartir y descargar contenido de la Red. La infracción es el intento de hacer dinero con ello, pero no lo es si no hay lucro.
Ahora las industrias discográficas y del cine han hecho que el gobierno liberal español introduzca una disposición final en una ley llamada EconomÃa Sostenible (cosas de la crisis) que concede la capacidad a esas industrias de cerrar páginas web a través de una comisión administrativa, puenteando el habitual procedimiento judicial que requiere la Constitución y, por tanto, les permite sortear derechos fundamentales como la libertad de expresión.
Todos sabemos cómo funciona esto. El copyright como herramienta de censura usado por corporaciones y gobiernos. Hay muchos ejemplos, pero para muestra un botón. En 2005, el célebre fotógrafo indio Sharad Haksar, el mismo fotógrafo al que pertenece la fotografÃa que encabeza este artÃculo, publicó una foto que denunciaba que las fábricas de Coca Cola en Madrás secaban los pozos de agua potable, pozos a los que iban las comunidades pobres para recogerla.
Coca Cola le denunció for violación de marca registrada. Hasta ahora, esto nunca habrÃa ocurrido en España, porque la ley dice que el arte y la libertad de expresión -no olvidemos que el fotógrafo interpuso una denuncia- están por encima de las marcas registradas y por supuesto, por encima de los intereses de cualquier gobierno.
Los usuarios españoles de Internet saben lo que significa someter los derechos a intereses que no son los de los ciudadanos -han sufrido cuarenta años de dictadura. Ni tampoco entendemos por qué un usuario de Internet deberÃa tener menos derechos que un ciudadano normal. Ningún gobierno castigarÃa jamás a un ciudadano por regalar o compartir un libro o un CD de música, en ningún gobierno democrático se le taparÃa la boca a cualquier ciudadano a la hora de decir lo que quiera sobre cualquier cosa...entonces, por qué a un usuario de Internet sÃ?
Para empeorar las cosas, la disposición de la ley de economÃa sostenible está comandada por un gobierno progresista. Los usuarios de Internet no comprenden, no comprendemos que las leyes de un gobierno progresista alienten la violación de los derechos en lugar de ampliarlos.
Los usuarios españoles de Internet nos hemos puesto en pie de guerra, y lo hemos hecho porque entendemos que los gobiernos no pueden violar derechos bajo la apariencia de defender los beneficios de las compañÃas, porque los derechos de los ciudadanos se encuentran por encima de los beneficios de cualquier compañÃa. Pero también lo hacemos porque la Unión Europea ha aprobado un paquete de medidas para las telecomunicaciones que viola la Carta Europea de Derechos Fundamentales y las constituciones de varios de los paÃses que la componen. Europa no es Estados Unidos, los ciudadanos europeos no entienden por qué sus derechos deben verse disminuidos para que una compañÃa gane más. Las industrias fonográficas y cinematográficas en Europa han logrado en 2009 mayores beneficios que nunca.
Y necesitamos vuestra ayuda. La necesitamos porque los derechos en Internet no son los derechos de unos o de otros, Internet no tiene fronteras, cuando los derechos de los ciudadanos se violan en Irán, China, Cuba o cualquier paÃs, los derechos se están violando en toda la Red. Cuando una dictadura lo hace, cuando un gobierno de fanáticos religiosos lo hace, sabemos qué esperar, pero cuando una democracia lo hace debemos decir alto y claro, NO.
Éste es el momento en que los ciudadanos europeos deben decir hasta aquà hemos llegado, porque somos los últimos, la última frontera que puede detener esta escalada contra los derechos de los ciudadanos en la Unión Europea. El Parlamento y los diversos gobiernos europeos han convertido la integración europea en la Europa de las compañÃas, cuando deberÃa ser la Europa de los ciudadanos. Los europeos debemos preguntarnos a nosotros mismos qué es lo que queremos y actuar en consecuencia.
Debemos darnos cuenta de que si perdemos esta batalla Internet se convertirá en un estado de sitio y emergencia que tendrá limitados los derechos humanos y fundamentales por unos gobiernos comprados por las corporaciones.
Es hora de decir a nuestros gobiernos, y a las compañÃas que éstos representan, que nuestros derechos no están a la venta.
Buenas noches y buena suerte.
Fuente: santibenitez posted http://www.theblogpaper.co.uk/article/politics/13jan10/spain-last-bastion-resistance-network
Ahora las industrias discográficas y del cine han hecho que el gobierno liberal español introduzca una disposición final en una ley llamada EconomÃa Sostenible (cosas de la crisis) que concede la capacidad a esas industrias de cerrar páginas web a través de una comisión administrativa, puenteando el habitual procedimiento judicial que requiere la Constitución y, por tanto, les permite sortear derechos fundamentales como la libertad de expresión.
Todos sabemos cómo funciona esto. El copyright como herramienta de censura usado por corporaciones y gobiernos. Hay muchos ejemplos, pero para muestra un botón. En 2005, el célebre fotógrafo indio Sharad Haksar, el mismo fotógrafo al que pertenece la fotografÃa que encabeza este artÃculo, publicó una foto que denunciaba que las fábricas de Coca Cola en Madrás secaban los pozos de agua potable, pozos a los que iban las comunidades pobres para recogerla.
Coca Cola le denunció for violación de marca registrada. Hasta ahora, esto nunca habrÃa ocurrido en España, porque la ley dice que el arte y la libertad de expresión -no olvidemos que el fotógrafo interpuso una denuncia- están por encima de las marcas registradas y por supuesto, por encima de los intereses de cualquier gobierno.
Los usuarios españoles de Internet saben lo que significa someter los derechos a intereses que no son los de los ciudadanos -han sufrido cuarenta años de dictadura. Ni tampoco entendemos por qué un usuario de Internet deberÃa tener menos derechos que un ciudadano normal. Ningún gobierno castigarÃa jamás a un ciudadano por regalar o compartir un libro o un CD de música, en ningún gobierno democrático se le taparÃa la boca a cualquier ciudadano a la hora de decir lo que quiera sobre cualquier cosa...entonces, por qué a un usuario de Internet sÃ?
Para empeorar las cosas, la disposición de la ley de economÃa sostenible está comandada por un gobierno progresista. Los usuarios de Internet no comprenden, no comprendemos que las leyes de un gobierno progresista alienten la violación de los derechos en lugar de ampliarlos.
Los usuarios españoles de Internet nos hemos puesto en pie de guerra, y lo hemos hecho porque entendemos que los gobiernos no pueden violar derechos bajo la apariencia de defender los beneficios de las compañÃas, porque los derechos de los ciudadanos se encuentran por encima de los beneficios de cualquier compañÃa. Pero también lo hacemos porque la Unión Europea ha aprobado un paquete de medidas para las telecomunicaciones que viola la Carta Europea de Derechos Fundamentales y las constituciones de varios de los paÃses que la componen. Europa no es Estados Unidos, los ciudadanos europeos no entienden por qué sus derechos deben verse disminuidos para que una compañÃa gane más. Las industrias fonográficas y cinematográficas en Europa han logrado en 2009 mayores beneficios que nunca.
Y necesitamos vuestra ayuda. La necesitamos porque los derechos en Internet no son los derechos de unos o de otros, Internet no tiene fronteras, cuando los derechos de los ciudadanos se violan en Irán, China, Cuba o cualquier paÃs, los derechos se están violando en toda la Red. Cuando una dictadura lo hace, cuando un gobierno de fanáticos religiosos lo hace, sabemos qué esperar, pero cuando una democracia lo hace debemos decir alto y claro, NO.
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