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30 años recibiendo 'spam'

30 años recibiendo 'spam'


Hoy se cumplen 30 años de la gran hazaña de una persona anónima, Gary Thuerk, un jefe comercial de métodos agresivos al que se le atribuye la paternidad de ese engorroso compañero de la vida moderna llamado spam, el correo electrónico basura. Su historia, según la reconstruyó el gurú de Internet Brad Templeton, comienza en un viejo molino de la costa Este de Estados Unidos, en Massachusetts. Allí tenía su sede la empresa de ordenadores Digital Equipment Corporation, donde trabajaba el señor Thuerk, aplicado vendedor que ideó la manera más efectiva de publicitar el nuevo equipo informático de su compañía al otro lado del país, en California.

m GUILLERMO ABRIL – El País .- El 3 de mayo de 1978, un fenómeno desconocido sacudió Arpanet, el primitivo sistema de ordenadores en Red al que hoy conocemos como Internet. De pronto, unos 600 usuarios californianos recibieron el mismo mensaje electrónico del mismo remitente: "Os invitamos a la presentación del DECsystem 2020 y del resto de la familia DECsystem 20 que tendrá lugar en California el próximo mes". Eran otros tiempos, quizá mejores, más puros. La era en que imperaban los principios y el respeto en la Red. Por eso las reacciones fueron inmediatas, encendidas y a través del incipiente sistema de correo electrónico. "Ha sido una violación flagrante del uso de Arpanet", dijo uno. "Un claro abuso", respondió otro. En aquella época, todas las direcciones de correo eran públicas y una de las reglas del juego era la de no utilizarlas con fines espurios. Arpanet sólo podía ser empleada para materias educativas y de investigación.

El debate zanjó la cuestión y el spam no volvió a resurgir con fuerza hasta los años noventa. Primero, tímidamente. Luego, en 2003, el virus Sobig, que se autodisparaba de una cuenta de correo a otra, marcó el punto de inflexión definitivo. Los niveles de spam pasaron del 30% al 60% antes de que acabara el año. Y siguieron creciendo a un ritmo del 10% anual hasta nuestros días.

Hoy, el padre debería sentirse orgulloso de su criatura. Las cifras son demoledoras. Se envían unos 193.000 millones de correos electrónicos al día. Dos millones cada segundo. La inmensa mayoría, sin embargo, es spam; en torno al 74%, según el último informe trimestral de la empresa antispam MessageLabs, una de las más potentes, con clientes de la talla de Citygroup y la OTAN. Hotmail, el mayor proveedor de cuentas de correo electrónico gratuitas del mundo, eleva la cifra a más del 90%.

Por supuesto, no toda esa basura llega a su destinatario. En torno a la proliferación de correos que ofrecen viagra o medicamentos de nombre impronunciable, alargamientos de pene, hipotecas milagrosas, acciones de una empresa desconocida a precio de ganga, relojes, o chicas y chicos "calientes", también han florecido las empresas y los técnicos de seguridad informática que se encargan de bloquearlos. Aun así, unos 78.000 correos indeseados alcanzan al destinatario al final de cada jornada. El cálculo da dolor de cabeza: si un usuario tarda una media de seis segundos en localizar y borrar cada mensaje de spam, se desperdician 130 millones de horas diarias en esta molesta tarea. España, por cierto, es el quinto país del mundo que más spam envía (en Europa sólo nos supera Francia). El dato sorprende, pues apenas existen spammers españoles, pero tiene explicación: el Instituto Español de Tecnologías de la Comunicación calcula que el 4,4% de los equipos -unos 600.000 ordenadores- están infectados (sin que el propietario lo sepa o lo note) por virus que los ponen a trabajar al servicio de los spammers enviando correos basura de forma masiva a otros equipos. Son los llamados ordenadores zombi.

Pero como estamos de celebración, es preferible acabar el cumpleaños con una anécdota. Hace años, un usuario abrumado por la cantidad de mensajes indeseables con los que se topaba en las salas de chat se acordó de un sketch de los británicos Monty Python emitido en 1970. En él, dos vikingos aterrizan en un restaurante inmundo y preguntan qué tienen de comer. La camarera, desde la barra, enumera el menú: "Pues tenemos huevos y beicon. Huevos, salchichas y beicon. Huevos y spam. Huevos, beicon y spam. Huevos, beicon, salchichas y spam. Spam, beicon, salchichas y spam. Spam, huevos, spam, spam, beicon y spam...". Y así hasta que el Spam, una marca de jamón especiado que se convirtió en el alimento básico de los soldados británicos durante la II Guerra Mundial, lo va cubriendo todo.