Sarah Lacy ha sido una de las voces más críticas contra Uber por el trato que da la compañía a las mujeres
Si bien Michael no afirmó que Uber fuera a hacerlo, sí que presumió y justificó el poder llevarlo a cabo y gastar más de un millón de dólares con la idea de investigar la vida personal y las familias de algunos periodistas. Algunos de los presentes en el evento le hicieron ver que esto podría traer consecuencias negativas para la compañía, aunque Michael respondió decidido: "nadie sabría que somos nosotros".
¿Por qué habló Michael entonces de forma tan abierta sobre un asunto tan grave como éste? Al parecer, se trató de un error de comunicación: nadie avisó a los periodistas allí presentes de que lo que allí se comentara iba a ser extraoficial y no publicable. Después de que varios medios se hicieran eco de la historia, Emil Michael no tardó en pedir disculpas a Sarah, asegurando que estaba desahogándose pero que en ningún momento lo dijo en serio.
La respuesta de Uber
Desde Uber tampoco tardaron en salir al paso de tales informaciones. Un portavoz decía poco después: "No hemos investigado ni investigaremos a periodistas. Esos comentarios no tienen fundamento en la realidad de nuestra estrategia". Descartaban también la posibilidad de "cotillear" los datos de los viajes de dichos periodistas en su aplicación. Sin embargo, y como señalan en Buzzfeed, en el pasado un responsable de Uber Nueva York utilizó sin permiso información de un periodista de Buzzfeed en un intercambio de correos.
Uber, el matón de la clase
Si bien estos comentarios pertenecen a un ejecutivo y desde Uber ya han dicho que no se corresponden con la visión de la compañía, sí que es cierto que desde la app tienen ciertas actitudes que nos recuerdan al "matón" de la case mezclado con la cultura "de tíos" de las fraternidades universitarias, como lo definen en Re/code a raíz de los casos de abusos sexuales e incluso secuestros a los que, según sus críticos, la compañía no da importancia. El pasado verano se filtraba incluso un manual de sabotaje que Uber utilizaba con Lyft, su principal rival.
Durante los últimos tiempos, Uber ha querido distanciarse un poco de esta imagen de tipo duro mostrándose más accesible y amable con periodistas y usuarios. Al mismo tiempo, han reforzado su presión en el Congreso para que se apruebe legislación favorable con la app. Llegaron a contratar incluso a David Plouffe, el responsable de las campañas presidenciales de Obama, para que trabajara en ello.
Emil Michael tampoco es un extraño a estas tácticas de presión: fue, durante algo más de un año, consejero del Secretario de Defensa de Estados Unidos. Desde septiembre de 2013 ocupa el cargo de Vicepresidente de negocio de Uber, después de haber sido también Chief Operating Officer en Klout. Si seguirá o no en su trabajo después de esta "rajada" todavía es un misterio. El propio Travis Kalanick, CEO de Uber, ha sido criticado en multitud de ocasiones por su actitud arrogante y la pasividad ante algunos temas serios que plantean los conductores y clientes que utilizan su app.
Pero el llegar a plantear, aunque fuera como posibilidad y un simple desahogo, el sacar los trapos sucios de periodistas críticos con su compañía es ir más allá. Mucho más allá si tenemos en cuenta las razones de dichas críticas (en el caso de Sarah Lacy, la actitud de la compañía hacia las mujeres). En un mundo donde el Gamergate es una realidad, donde algunas mujeres que se especializan en campos de la tecnología son atacadas simplemente por su sexo y donde se está luchando por la igualdad de género en empresas tecnológicas, lo que menos necesitamos son gallitos como Uber presumiendo de malas prácticas en su corral.