Lo genial de la Internet de la década de los noventa, lo que realmente atrajo a la gente -y aún sigue atrayendo-, era que todo el mundo tendría acceso a material que antes sólo unos pocos, la gente rica o las élites, podían tener ( ). Todos podríamos ir a un sitio web y compartirlo; se crearía una comunidad global. Pero lo que está sucediendo en esta nueva era de recolección de datos de usuarios es que se nos está dando una Internet adaptada a lo que compramos y a los clics que hacemos. Así que vemos diferentes sitios web ( ) ¡según lo que ellos consideran que son nuestros intereses! Ése es el futuro de Internet.
Esto deshace en gran medida lo maravilloso de Internet, la exposición a un mundo al que no podíamos acceder de otra manera. Ahora, en cambio, hay una fuerte presión para mantenernos en una burbuja de personas con ideas afines. Algo que está alimentado exclusivamente por la publicidad. Y está cambiando toda la lógica de la Internet, en esencia. Eso es un problema.
Excelente la entrevista que le ha realizado Anne Elizabeth Moore al periodista, profesor y activista en favor de la democratización de los medios Robert W. McChesney para Truth Out con motivo de la publicación de su nuevo libro, Digital Disconnect: How Capitalism Is Turning the Internet Against Democracy (Desconexión digital: cómo el capitalismo está volviendo Internet contra la democracia).
En la entrevista, titulada Can Capitalism Tolerate a Democratic Internet? (¿Puede el capitalismo tolerar una Internet democrática?), McChesney repasa algunos de los factores clave que están convirtiendo la Red en algo muy distinto de aquel espacio de libertad y comunicación abierta y global que muchos vislumbrábamos.
Cuestiones como los servicios cerrados que funcionan como sustitutos de la Web (tipoFacebook), los modelos de negocio basados en el intercambio comercial o uso publicitario de los datos de usuario, la desprotección y escasa regulación en el ámbito de la privacidad, la segmentación de los internautas comentada en la cita inicial o la amenaza que representa para las libertades civiles la acción conjunta de gobiernos y monopolios de la Red (aquellos que poseen nuestros datos) para el control de la ciudadanía dibujan un panorama de futuro ciertamente sombrío.
Otra de las grandes preocupaciones de McChesney es la supervivencia del periodismo, al que considera un bien público la cultura, en general; pero el periodismo de forma especial, en el marco de una crisis marcada por una alarmante pérdida de calidad derivada de la cada vez más escasa inversión en el sector y el crack publicitario:
Me parece deprimente glorificar a los periodistas ciudadanos. Los periodistas ciudadanos no son más que periodistas no renumerados. Y periodismo no remunerado significa que sólo vas a cubrir las cosas que te gustan porque, bueno, nadie te paga. Algunas historias no son divertidas, pero hay que cubrirlas. Alguien tiene que ir a sentarse en esa reunión del consejo municipal. Alguien en quien se pueda confiar, y lo ideal sería más de una persona, así tenemos competencia. Hay un interés público en eso. Es un bien público.
Ese es el gran tema que nos ocupa. ¿Cómo vamos a conseguir fondos para ese periodismo público independiente y sin ánimo de lucro?
Privacidad, pago por contenidos y propiedad intelectual son para el autor los caballos de batalla más relevantes que se presentan en el horizonte inmediato de la Red, en esta extensa conversación con Moore que te recomendamos leer íntegra porque no tiene desperdicio.