Aunque en realidad, fue a raíz de los preparativos para la guerra de Irak, cuando internet irrumpió en la esfera política internacional manifestando un poder de convocatoria sin precedentes que alcanzó su punto álgido el sábado día 3 de febrero de 2003, cuando en las principales capitales del planeta se celebraron al unísono manifestaciones de protesta.
Otros sucesos, se han venido produciendo; sin ir más lejos en España, todos recordamos los atentados del 11-M, y cómo miles de manifestantes se convocaron por mensajes de teléfono móvil y foros de internet para protestar por la forma en que el Gobierno manejaba la información sobre la matanza exigiendo un cambio de política.
Estos acontecimientos tienen en común el ser promovidos por plataformas cívicas, montadas ad hoc con base en un proyecto que surge en la red sin que nadie sepa quien lo lanza, generando un sistema de información global y compartido, en donde la manipulación resulta difícil y en donde el ciudadano cobra un nuevo protagonismo dejando de ser parte de la masa indiferenciada.
A nadie se le escapa que una tecnología tan poderosa esta llamada a provocar transformaciones sociales, y eso inquieta. Ahora, al igual que sucedió en el pasado, lo viejo se resiste a lo nuevo: como entonces, se intentó minimizar e ignorar el fenómeno emergente; después domesticar al monstruo, estableciendo regularizaciones y prohibiciones, que sólo servirán para retrasar lo inevitable. Por ultimo están quienes han sabido captar el nuevo signo de los tiempos y exploran el poder de la Red.
La sociedad ya no es sólo la receptora pasiva del mensaje, sino quien lo genera, difunde y vigila
Barack Obama, al introducir en su campaña la llamada política 3.0. y a la Extreme Democracy, se muestra como un representante de este último grupo. Así, entendió y trasladó a la política lo que sentenciara McLuhan a principios de los 70: El medio es el mensaje. Es decir, que al igual que la democracia representativa gira en torno al intermediario, en un mundo interconectado, el mensajero se difumina y es sustituido por la misma red que genera y distribuye la información, de forma que la sociedad ya no es sólo la receptora pasiva del mensaje, sino quien lo genera, difunde y vigila. Por fin la tecnología puede hacer posible una democracia que funcione todos los días y no cada cuatro años.
Pero tampoco faltan quienes sostienen que Obama es un bluff, que no traerá más libertad, más democracia, ni más bienestar. Quizá sea cierto, pero es prematuro afirmarlo. Lo indudable es el éxito sin precedentes de su campaña, en gran parte basado en redes sociales e internet, hasta el punto que ahora, todos pretenden imitarle.
Hablando de imitaciones; conviene recordar que Zapatero por la forma en que llego al poder en 2004, se presentó como un adalid de la Política 3.0. Sin embargo, su recalcitrante alineamiento con los lobbies de los autores, los intentos de criminalizar las redes P2P, el canon digital, que ha supuesto el cierre del 45% de las tiendas que había antes del verano de 2006 ( casi todas eran negocios familiares con uno o dos empleados). Y por último el nombramiento de la Sra. Ángeles González Sinde como ministra de Cultura, pese a sus obvias incompatibilidades, no hace más que confirmar un progresivo distanciamiento con la juventud y los internautas que han visto frustradas sus ilusiones. En definitiva la contundencia de los hechos han dejado bien claro que nunca hubo un compromiso 3.0, sino puro optimismo.
Columna de Pedro Martínez García en Gaceta.es
Otros sucesos, se han venido produciendo; sin ir más lejos en España, todos recordamos los atentados del 11-M, y cómo miles de manifestantes se convocaron por mensajes de teléfono móvil y foros de internet para protestar por la forma en que el Gobierno manejaba la información sobre la matanza exigiendo un cambio de política.
Estos acontecimientos tienen en común el ser promovidos por plataformas cívicas, montadas ad hoc con base en un proyecto que surge en la red sin que nadie sepa quien lo lanza, generando un sistema de información global y compartido, en donde la manipulación resulta difícil y en donde el ciudadano cobra un nuevo protagonismo dejando de ser parte de la masa indiferenciada.
A nadie se le escapa que una tecnología tan poderosa esta llamada a provocar transformaciones sociales, y eso inquieta. Ahora, al igual que sucedió en el pasado, lo viejo se resiste a lo nuevo: como entonces, se intentó minimizar e ignorar el fenómeno emergente; después domesticar al monstruo, estableciendo regularizaciones y prohibiciones, que sólo servirán para retrasar lo inevitable. Por ultimo están quienes han sabido captar el nuevo signo de los tiempos y exploran el poder de la Red.
La sociedad ya no es sólo la receptora pasiva del mensaje, sino quien lo genera, difunde y vigila
Barack Obama, al introducir en su campaña la llamada política 3.0. y a la Extreme Democracy, se muestra como un representante de este último grupo. Así, entendió y trasladó a la política lo que sentenciara McLuhan a principios de los 70: El medio es el mensaje. Es decir, que al igual que la democracia representativa gira en torno al intermediario, en un mundo interconectado, el mensajero se difumina y es sustituido por la misma red que genera y distribuye la información, de forma que la sociedad ya no es sólo la receptora pasiva del mensaje, sino quien lo genera, difunde y vigila. Por fin la tecnología puede hacer posible una democracia que funcione todos los días y no cada cuatro años.
Pero tampoco faltan quienes sostienen que Obama es un bluff, que no traerá más libertad, más democracia, ni más bienestar. Quizá sea cierto, pero es prematuro afirmarlo. Lo indudable es el éxito sin precedentes de su campaña, en gran parte basado en redes sociales e internet, hasta el punto que ahora, todos pretenden imitarle.
Hablando de imitaciones; conviene recordar que Zapatero por la forma en que llego al poder en 2004, se presentó como un adalid de la Política 3.0. Sin embargo, su recalcitrante alineamiento con los lobbies de los autores, los intentos de criminalizar las redes P2P, el canon digital, que ha supuesto el cierre del 45% de las tiendas que había antes del verano de 2006 ( casi todas eran negocios familiares con uno o dos empleados). Y por último el nombramiento de la Sra. Ángeles González Sinde como ministra de Cultura, pese a sus obvias incompatibilidades, no hace más que confirmar un progresivo distanciamiento con la juventud y los internautas que han visto frustradas sus ilusiones. En definitiva la contundencia de los hechos han dejado bien claro que nunca hubo un compromiso 3.0, sino puro optimismo.
Columna de Pedro Martínez García en Gaceta.es