Hay quien compara el apoyo de estos artistas a Zapatero con el que el norteamericano Obama está recibiendo por parte de famosos actores y actrices de Hollywood como George Clooney o Scarlett Johansson. Pero no tienen nada que ver unos casos con otros. Para empezar, porque aunque se convierta en Presidente de los Estados Unidos, Obama no subvencionará las películas en las que aparezcan quienes han pedido el voto para él, ni su Gobierno les hará beneficiarios indirectos de un dinero que recaude a los contribuyentes de forma especial. Una cosa u otra supondría un tamaño escándalo que haría peligrar la estancia de un Presidente en la Casa Blanca.
Tampoco se puede nadie imaginar que ni en Estados Unidos ni en ningún otro país que no sea bananero, los artistas que apoyen a un candidato sean contratados automáticamente para participar en galas y festejos organizados por ayuntamientos gobernados por el partido que se ha beneficiado de su recomendación pública. En España, se hace constantemente. Ni sucede en otras partes lo que es tan común aquí, que es que los Almodóvar o Sabina de turno insulten al candidato o el partido que se opone a su favorito. ¿Se imaginan a George Clooney diciendo que Bush quiere dar un golpe de Estado?
Dar el apoyo a un candidato o a un partido en época electoral es, por supuesto, un derecho del que goza cualquier ciudadano en un país libre. Pero para que esa recomendación pública goce de credibilidad ha de hacerse sin que esté en juego ni un euro ni un dólar para beneficio de quien se pone ante la cámara para recomendar a sus conciudadanos a quienes cree que deben votar.
> Columna de opinión de Curri Valenzuela en SIGLO XXI
Tampoco se puede nadie imaginar que ni en Estados Unidos ni en ningún otro país que no sea bananero, los artistas que apoyen a un candidato sean contratados automáticamente para participar en galas y festejos organizados por ayuntamientos gobernados por el partido que se ha beneficiado de su recomendación pública. En España, se hace constantemente. Ni sucede en otras partes lo que es tan común aquí, que es que los Almodóvar o Sabina de turno insulten al candidato o el partido que se opone a su favorito. ¿Se imaginan a George Clooney diciendo que Bush quiere dar un golpe de Estado?
Dar el apoyo a un candidato o a un partido en época electoral es, por supuesto, un derecho del que goza cualquier ciudadano en un país libre. Pero para que esa recomendación pública goce de credibilidad ha de hacerse sin que esté en juego ni un euro ni un dólar para beneficio de quien se pone ante la cámara para recomendar a sus conciudadanos a quienes cree que deben votar.
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