Más allá de que este amago de transfuguismo ideológico haya sido
premeditado o fruto de un empecinado error, el PP siempre se ha manifestado en contra de un impuesto con el que el Gobierno ha gravado todos los equipos, soportes y aparatos de grabación y almacenaje de audio y vídeo, en razón de un derecho a la propiedad intelectual mal entendido. El canon digital es -como ha subrayado Rajoy- un impuesto
injusto, desproporcionado, indiscriminado, arbitrario, moralmente discutible y puede que contraproducente para una industria obligada a competir con los mercados tecnológicos de Asia y EEUU. No es de extrañar que su legalidad haya sido cuestionada ante la Comisión Europea. Con el canon digital, Zapatero ha cedido a la presión de la Sociedad General de Autores -y a sus interesados actores, cantores y figurantes-, como una suerte de compensación por la realización de copias privadas.
Es un impuesto preventivo que ha convertido en sospechosos de piratería a todos los ciudadanos, sin distinguir además entre copias individuales y comerciales. En la práctica, ha supuesto aplicar un sobreprecio a las tecnologías -altamente fiscalizadas en su origen- y gravar por su rendimiento los mismos productos por cuya compra ya se ha tributado previamente. ¿Qué sentido tiene un CD virgen si no es para almacenar algo? ¿No pagan ya los ciudadanos por lo que captan a través de la telefonía móvil? Lo lógico sería, además de perseguir la piratería industrial, tasar las obras repercutiendo sobre las películas o canciones originales la cesión del derecho a reproducirlas. Los autores no pueden pretender cobrar más en razón de una sospecha de culpa generalizada que por la calidad de sus obras. Y el Gobierno no puede tratar de derivar a los ciudadanos su incapacidad para proteger con racionalidad los derechos de autor.
Reproducido de El Mundo
TODOS CONTRA EL CANON - INFORMA .
Díselo tu mismo
TODOS CONTRA EL CANON - INFORMA ..
premeditado o fruto de un empecinado error, el PP siempre se ha manifestado en contra de un impuesto con el que el Gobierno ha gravado todos los equipos, soportes y aparatos de grabación y almacenaje de audio y vídeo, en razón de un derecho a la propiedad intelectual mal entendido. El canon digital es -como ha subrayado Rajoy- un impuesto
injusto, desproporcionado, indiscriminado, arbitrario, moralmente discutible y puede que contraproducente para una industria obligada a competir con los mercados tecnológicos de Asia y EEUU. No es de extrañar que su legalidad haya sido cuestionada ante la Comisión Europea. Con el canon digital, Zapatero ha cedido a la presión de la Sociedad General de Autores -y a sus interesados actores, cantores y figurantes-, como una suerte de compensación por la realización de copias privadas.
Es un impuesto preventivo que ha convertido en sospechosos de piratería a todos los ciudadanos, sin distinguir además entre copias individuales y comerciales. En la práctica, ha supuesto aplicar un sobreprecio a las tecnologías -altamente fiscalizadas en su origen- y gravar por su rendimiento los mismos productos por cuya compra ya se ha tributado previamente. ¿Qué sentido tiene un CD virgen si no es para almacenar algo? ¿No pagan ya los ciudadanos por lo que captan a través de la telefonía móvil? Lo lógico sería, además de perseguir la piratería industrial, tasar las obras repercutiendo sobre las películas o canciones originales la cesión del derecho a reproducirlas. Los autores no pueden pretender cobrar más en razón de una sospecha de culpa generalizada que por la calidad de sus obras. Y el Gobierno no puede tratar de derivar a los ciudadanos su incapacidad para proteger con racionalidad los derechos de autor.
Reproducido de El Mundo
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