Contadas son las ocasiones en que un Gobierno o cualquier otra alta institución se buscan amigos cuyos intereses difieren de los del pueblo; normalmente estas situaciones se producen cuando la parte del pueblo que difiere no tiene demasiada voz o los intereses de tus amigos no parecen tan malignos. Lo malo vendrá si esta situación acaba dando la vuelta.
Y esto es exactamente lo que le ha pasado al Ministerio de Cultura. Tradicionalmente, la SGAE ha sabido rodearse de buenos y poderosos amigos que, bien por omisión (Gobierno, Fuerzas de Seguridad del Estado) o bien por apoyo público (discográficas, productoras, artistas...) han secundado sus protestas, su criminalización de los consumidores y los internautas y sus constantes esfuerzos por seguir ganando algún dinero más.
Y tan poderosa y respaldada se ha visto la SGAE, que no ha tenido ningún reparo a la hora de convertirse en una entidad antipática e impopular, ya que, al fin y al cabo, el dinero seguiría yendo hacia ellos de un modo u otro, y la pela es la pela.
El problema le ha llegado a la SGAE cuando una buena parte de sus amigos ha decidido cambiar el discurso para agradar a los consumidores y ganarse su simpatía. Por un lado tenemos a los artistas, que se dividen, de forma muy general, en tres grupos:
1.- Los artistas minoritarios y semidesconocidos, que desde el principio vieron que el hecho de que la gente se descargue su disco de Internet sólo puede traer consecuencias positivas para su promoción no sólo en España sino en diversos países, por ejemplo, de Latinoamérica, donde acuden a dar conciertos grupos que hace apenas un año daban conciertitos en pequeños bares de Malasaña.
2.- Los artistas mayoritarios y ultraconocidos a los que, por el dinero que ya ganan, no les importa que la gente se baje su disco de Internet.
3.- Los artistas mayoritarios a los que les enfurece terriblemente la piratería pero que se han dado cuenta de que no van a ningún sitio con ese discurso y han optado por cambiarlo .
Por otro lado están las discográficas (más bien las multinacionales), que podrán ser todo lo malignas que queramos pero que de tontas no tienen un pelo. A día de hoy, algunas han rectificado ; otras, se han dado cuenta de que les compensa más lanzarles a los artistas el mensaje de "critícanos públicamente, y así venderás (y venderemos) más" que plantear a los consumidores una batalla que desde el principio estaba perdida (otro día hablaré más despacio de la estrategia del cambio de discurso de estas últimas). Otro tipo de agentes, como las productoras o los directores de cine, simplemente se han dado cuenta de que hay que cambiar el modelo de negocio y se han puesto manos a la obra .
Así pues, fuera de combate los que apoyaban públicamente a SGAE, quedaban los que permanecían a su lado por omisión. Pues bien, hace poco vimos las declaraciones de Jorge Martín, Jefe del Grupo de Seguridad Lógica de la Brigada de Investigación Tecnológica de la Comisaría General de Policía Judicial, quien reconoció en el Congreso de Webmasters que "la Policía no está para perseguir a los que se bajan música de internet" y dijo literalmente a los asistentes: "podéis bajar lo que queráis del eMule ".
Para colmo de males, Ana Tudela, periodista de Público , ha publicado en varias ocasiones (1 y 2 ) la realidad de la SGAE, que es propietaria de varias sociedades limitadas pese a tener prohibido por ley el ánimo de lucro, lo que ha llevado a "La Innombrable " a ser denunciada .
Así las cosas, parece que el Ministerio de Cultura se ha quedado absolutamente solo a la hora de defender un canon indefendible y a una entidad que no sólo se ha convertido en una de las más antipáticas e impopulares del país, sino que además arrastra (y arrastrará) con la Justicia diversos problemas derivados de su autofinanciación y del reparto de beneficios entre sus socios.
A día de hoy, no sólo los malignos internautas aprovechados alzan la voz contra la SGAE. La parte del pueblo que difiere de los intereses de la SGAE cada vez es más grande, y su voz cada día se oye más alta. A día de hoy, esta entidad sólo parece tener de su parte al Ministerio de Cultura. Y, personalmente, me resisto a creer que la SGAE sea tan tonta como parece. Quizá dentro de poco, cuando la Ley del canon sea un hecho y se lleve a la práctica en toda España, la cúpula de Teddy Bautista reconozca que quizá sea una ley algo injusta, pero claro, como ya no se puede derogar...
Será entonces cuando el Ministerio de Cultura se quede completamente solo y con el culo al aire.
Artículo de Carlos Otto-Reuss. Reproducido sin enlaces relacionados de Miciudadreal.es
Y esto es exactamente lo que le ha pasado al Ministerio de Cultura. Tradicionalmente, la SGAE ha sabido rodearse de buenos y poderosos amigos que, bien por omisión (Gobierno, Fuerzas de Seguridad del Estado) o bien por apoyo público (discográficas, productoras, artistas...) han secundado sus protestas, su criminalización de los consumidores y los internautas y sus constantes esfuerzos por seguir ganando algún dinero más.
Y tan poderosa y respaldada se ha visto la SGAE, que no ha tenido ningún reparo a la hora de convertirse en una entidad antipática e impopular, ya que, al fin y al cabo, el dinero seguiría yendo hacia ellos de un modo u otro, y la pela es la pela.
El problema le ha llegado a la SGAE cuando una buena parte de sus amigos ha decidido cambiar el discurso para agradar a los consumidores y ganarse su simpatía. Por un lado tenemos a los artistas, que se dividen, de forma muy general, en tres grupos:
1.- Los artistas minoritarios y semidesconocidos, que desde el principio vieron que el hecho de que la gente se descargue su disco de Internet sólo puede traer consecuencias positivas para su promoción no sólo en España sino en diversos países, por ejemplo, de Latinoamérica, donde acuden a dar conciertos grupos que hace apenas un año daban conciertitos en pequeños bares de Malasaña.
2.- Los artistas mayoritarios y ultraconocidos a los que, por el dinero que ya ganan, no les importa que la gente se baje su disco de Internet.
3.- Los artistas mayoritarios a los que les enfurece terriblemente la piratería pero que se han dado cuenta de que no van a ningún sitio con ese discurso y han optado por cambiarlo .
Por otro lado están las discográficas (más bien las multinacionales), que podrán ser todo lo malignas que queramos pero que de tontas no tienen un pelo. A día de hoy, algunas han rectificado ; otras, se han dado cuenta de que les compensa más lanzarles a los artistas el mensaje de "critícanos públicamente, y así venderás (y venderemos) más" que plantear a los consumidores una batalla que desde el principio estaba perdida (otro día hablaré más despacio de la estrategia del cambio de discurso de estas últimas). Otro tipo de agentes, como las productoras o los directores de cine, simplemente se han dado cuenta de que hay que cambiar el modelo de negocio y se han puesto manos a la obra .
Así pues, fuera de combate los que apoyaban públicamente a SGAE, quedaban los que permanecían a su lado por omisión. Pues bien, hace poco vimos las declaraciones de Jorge Martín, Jefe del Grupo de Seguridad Lógica de la Brigada de Investigación Tecnológica de la Comisaría General de Policía Judicial, quien reconoció en el Congreso de Webmasters que "la Policía no está para perseguir a los que se bajan música de internet" y dijo literalmente a los asistentes: "podéis bajar lo que queráis del eMule ".
Para colmo de males, Ana Tudela, periodista de Público , ha publicado en varias ocasiones (1 y 2 ) la realidad de la SGAE, que es propietaria de varias sociedades limitadas pese a tener prohibido por ley el ánimo de lucro, lo que ha llevado a "La Innombrable " a ser denunciada .
Así las cosas, parece que el Ministerio de Cultura se ha quedado absolutamente solo a la hora de defender un canon indefendible y a una entidad que no sólo se ha convertido en una de las más antipáticas e impopulares del país, sino que además arrastra (y arrastrará) con la Justicia diversos problemas derivados de su autofinanciación y del reparto de beneficios entre sus socios.
A día de hoy, no sólo los malignos internautas aprovechados alzan la voz contra la SGAE. La parte del pueblo que difiere de los intereses de la SGAE cada vez es más grande, y su voz cada día se oye más alta. A día de hoy, esta entidad sólo parece tener de su parte al Ministerio de Cultura. Y, personalmente, me resisto a creer que la SGAE sea tan tonta como parece. Quizá dentro de poco, cuando la Ley del canon sea un hecho y se lleve a la práctica en toda España, la cúpula de Teddy Bautista reconozca que quizá sea una ley algo injusta, pero claro, como ya no se puede derogar...
Será entonces cuando el Ministerio de Cultura se quede completamente solo y con el culo al aire.
Artículo de Carlos Otto-Reuss. Reproducido sin enlaces relacionados de Miciudadreal.es