IKER CORTÉS / GIJÓN/ El Comercio Digital A pesar de ello, no está en contra de un canon, siempre que sea legal compartir música y que ese dinero sirva para que el autor «viva de su trabajo». En este sentido, propuso una opción algo más idealista que consiste en poner un botón en los reproductores de música cuya pulsación mande un euro directamente al artista. Fue sólo uno de los temas que el conferenciante abordó en una charla que versó principalmente sobre las ventajas del software libre frente al privativo.
Génesis de GNU
Con un don de gentes envidiable del que hizo gala -al final de la charla se vistió de San IGNUcio con una túnica y el interior de un disco duro como aureola-, Richard Stallman se considera «elegido por las circunstancias». Corría el año 1983 cuando el físico, que hasta entonces había trabajado en un laboratorio donde imperaba el software libre, se dio cuenta de que no existía ningún sistema operativo libre que corriese en las nuevas máquinas. «Era sólo una persona, -comentaba-, no tenía fama, ni habilidad política para convencer a los estados para que cambiasen las leyes, pero sí podía desarrollar un sistema operativo libre para las computadoras modernas». Y pone un ejemplo: «Es como si ves a alguien ahogarse y sabes nadar, tienes el deber moral de salvarlo, a no ser que sean Bush o Aznar», decía arrancando un aplauso. Y decidió volcar su vida en ello o, como él dice, «morir intentándolo».
Así ha sido, casi. En 1990 tan sólo faltaba un componente, el núcleo del sistema operativo. Stallman encontró un micronúcleo. La mitad estaba desarrollada y quedaba por desarrollar la otra mitad «de cara al usuario. Quizá fue un error elegir este sistema porque a día de hoy no hemos conseguido que funcione adecuadamente», se lamenta.
Es en ese punto de la historia donde surge la figura de Linus Torvals, creador de Linux, el núcleo que funciona junto a GNU, y que, en opinión del conferenciante, «ha hecho bastante mal al movimiento del software libre» porque «la gente que utiliza linux no se da cuenta de que lo que está usando en realidad es GNU con Linux. Los usuarios entendían que todo era Linux y eso que al principio Torvals ni siquiera quería hacer libre su núcleo». En este sentido, admite que el éxito de su software le afecta «emocionalmente», aunque, más que su ego, le interesa que la comunidad de usuarios avance.
Las cuatro libertades
Pero, ¿por qué es importante usar software libre? Stallman respondía a esta pregunta asegurando que «es el único que respeta la libertad del usuario». Para el neoyorquino, el software privativo «mantiene a sus usuarios en un estado de separación e impotencia» porque no pueden compartir los programas, ni cambiarlos, ni ver su código fuente. Tampoco saben qué es lo que hace cada programa en realidad, con los peligros que esto último conlleva, como la ejecución de funcionalidades malevolas sobre las que el usuario no tiene control.
Además esto obliga a los usuarios a enfrentarse a frecuentes «dilemas morales» y situaciones «incómodas». Así, una persona puede debatirse entre dejarle o no a un amigo un programa privativo. En opinión del físico,las dos soluciones posibles ante la cuestión son malas. Por un lado, negárselo al amigo «te separa de él» cuando se supone que «merece tu cooperación». Por el otro, dejárselo es incumplir la licencia de la empresa que ha hecho el programa. Siendo los desarrolladores los «culpables de esta situación, quienes merecen el castigo son ellos», afirmaba ante un auditorio totalmente entregado. Poco después, aseguraba que se está dando una «verdadera campaña del terror» orientada a los usuarios con la posibilidad de ir a prisión por tener copias de este tipo de programas.
Frente a estos problemas que experimentan el común de los usuarios, Stallman opta por funcionar siempre con software libre ya que «proporciona las cuatro libertades necesarias para los usuarios: ejecutar el programa como quieres, estudiar el código fuente y cambiarlo, ayudar a tu prójimo distribuyendo copias y ayudar a la comunidad haciendo nuevas versiones, mejorando programas y publicándolos». Eso significa, por ejemplo, borrar de un plumazo las funciones malévolas de los programas porque los programadores «no tienen el poder suficiente para manejar a los usuarios» ya que, al formar parte de una comunidad, cualquiera puede publicar el mismo programa sin estas desventajas.
Enseñanza ejemplar
El siguiente paso, según comentaba Richard Stallman, es conseguir que los ordenadores de instituciones de enseñanza corran siempre sobre sistemas operativos libres y con software del mismo tipo. Por ello, dio un toque de atención a la Universidad de Oviedo y aseguró que así «se reducen costes» porque no hay que pagar por las copias. A este respecto, tildó de nocivas las políticas de las empresas de dar copias gratis de sus programas a colegios y universidades porque «es como regalar drogas, hace a los estudiantes adictos y dependientes. Lo dijo Bill Gates», explicaba ante las risas del público.
No sólo se trata de un problema económico, gracias al uso de este tipo de software los estudiantes «pueden aprender a leer un código fuente y ver cómo funciona por dentro un programa», algo básico para aprender a programar. Además las escuelas «darían ejemplo y educarían en cooperación y ayuda al prójimo».
Con este objetivo en mente, el conferenciante asegura que «es ahora, cuando los enemigos del software libre son más fuertes, cuando se necesitan más activistas en el movimiento». Respecto a ese tema explicó que «hay conspiraciones que ya se conocen, como las nuevas computadoras de confianza, a las que yo llamo traidoras porque niegan la libertad de los usuarios. O las patentes de software que son muy malas para las desarrolladoras de software pequeñas porque están en manos de las grandes y es probable que cualquier programa complejo esté sujeto a varias patentes distintas».
Génesis de GNU
Con un don de gentes envidiable del que hizo gala -al final de la charla se vistió de San IGNUcio con una túnica y el interior de un disco duro como aureola-, Richard Stallman se considera «elegido por las circunstancias». Corría el año 1983 cuando el físico, que hasta entonces había trabajado en un laboratorio donde imperaba el software libre, se dio cuenta de que no existía ningún sistema operativo libre que corriese en las nuevas máquinas. «Era sólo una persona, -comentaba-, no tenía fama, ni habilidad política para convencer a los estados para que cambiasen las leyes, pero sí podía desarrollar un sistema operativo libre para las computadoras modernas». Y pone un ejemplo: «Es como si ves a alguien ahogarse y sabes nadar, tienes el deber moral de salvarlo, a no ser que sean Bush o Aznar», decía arrancando un aplauso. Y decidió volcar su vida en ello o, como él dice, «morir intentándolo».
Así ha sido, casi. En 1990 tan sólo faltaba un componente, el núcleo del sistema operativo. Stallman encontró un micronúcleo. La mitad estaba desarrollada y quedaba por desarrollar la otra mitad «de cara al usuario. Quizá fue un error elegir este sistema porque a día de hoy no hemos conseguido que funcione adecuadamente», se lamenta.
Es en ese punto de la historia donde surge la figura de Linus Torvals, creador de Linux, el núcleo que funciona junto a GNU, y que, en opinión del conferenciante, «ha hecho bastante mal al movimiento del software libre» porque «la gente que utiliza linux no se da cuenta de que lo que está usando en realidad es GNU con Linux. Los usuarios entendían que todo era Linux y eso que al principio Torvals ni siquiera quería hacer libre su núcleo». En este sentido, admite que el éxito de su software le afecta «emocionalmente», aunque, más que su ego, le interesa que la comunidad de usuarios avance.
Las cuatro libertades
Pero, ¿por qué es importante usar software libre? Stallman respondía a esta pregunta asegurando que «es el único que respeta la libertad del usuario». Para el neoyorquino, el software privativo «mantiene a sus usuarios en un estado de separación e impotencia» porque no pueden compartir los programas, ni cambiarlos, ni ver su código fuente. Tampoco saben qué es lo que hace cada programa en realidad, con los peligros que esto último conlleva, como la ejecución de funcionalidades malevolas sobre las que el usuario no tiene control.
Además esto obliga a los usuarios a enfrentarse a frecuentes «dilemas morales» y situaciones «incómodas». Así, una persona puede debatirse entre dejarle o no a un amigo un programa privativo. En opinión del físico,las dos soluciones posibles ante la cuestión son malas. Por un lado, negárselo al amigo «te separa de él» cuando se supone que «merece tu cooperación». Por el otro, dejárselo es incumplir la licencia de la empresa que ha hecho el programa. Siendo los desarrolladores los «culpables de esta situación, quienes merecen el castigo son ellos», afirmaba ante un auditorio totalmente entregado. Poco después, aseguraba que se está dando una «verdadera campaña del terror» orientada a los usuarios con la posibilidad de ir a prisión por tener copias de este tipo de programas.
Frente a estos problemas que experimentan el común de los usuarios, Stallman opta por funcionar siempre con software libre ya que «proporciona las cuatro libertades necesarias para los usuarios: ejecutar el programa como quieres, estudiar el código fuente y cambiarlo, ayudar a tu prójimo distribuyendo copias y ayudar a la comunidad haciendo nuevas versiones, mejorando programas y publicándolos». Eso significa, por ejemplo, borrar de un plumazo las funciones malévolas de los programas porque los programadores «no tienen el poder suficiente para manejar a los usuarios» ya que, al formar parte de una comunidad, cualquiera puede publicar el mismo programa sin estas desventajas.
Enseñanza ejemplar
El siguiente paso, según comentaba Richard Stallman, es conseguir que los ordenadores de instituciones de enseñanza corran siempre sobre sistemas operativos libres y con software del mismo tipo. Por ello, dio un toque de atención a la Universidad de Oviedo y aseguró que así «se reducen costes» porque no hay que pagar por las copias. A este respecto, tildó de nocivas las políticas de las empresas de dar copias gratis de sus programas a colegios y universidades porque «es como regalar drogas, hace a los estudiantes adictos y dependientes. Lo dijo Bill Gates», explicaba ante las risas del público.
No sólo se trata de un problema económico, gracias al uso de este tipo de software los estudiantes «pueden aprender a leer un código fuente y ver cómo funciona por dentro un programa», algo básico para aprender a programar. Además las escuelas «darían ejemplo y educarían en cooperación y ayuda al prójimo».
Con este objetivo en mente, el conferenciante asegura que «es ahora, cuando los enemigos del software libre son más fuertes, cuando se necesitan más activistas en el movimiento». Respecto a ese tema explicó que «hay conspiraciones que ya se conocen, como las nuevas computadoras de confianza, a las que yo llamo traidoras porque niegan la libertad de los usuarios. O las patentes de software que son muy malas para las desarrolladoras de software pequeñas porque están en manos de las grandes y es probable que cualquier programa complejo esté sujeto a varias patentes distintas».