Bajo la consigna de "la cultura para quien la trabaja", están convirtiendo los legítimos e irrenunciables derechos de autor en una herramienta de hacer dinero de forma indiscriminada, injusta, arbitraria e ilegal y a costa de todos los ciudadanos, empresas, profesionales, administraciones e instituciones.
Primero impusieron un canon por las cintas casettes vírgenes; después, los videos, las grabadoras, las impresoras, impusieron cánones a los hoteleros, restauradores, televisiones, radios, bares, terrazas, cafeterías, tascas, mesones, fiestas, congresos, bodas, bautizos y comuniones... hasta los clubes de alterne tienen que pagar. Los fabricantes de hardware, también. Y es que ellos entienden la igualdad según la siguiente máxima: "si suena, paga"
Ahora, en su punto de mira está el mundo digital: la Sociedad de la Información. Para empezar ponen hasta dos cánones distintos por los cds y dvds vírgenes, aunque no se utilicen para grabar obras con derecho de autor, aunque los originales impidan ejercer el derecho a la copia privada y no haya posibilidad de compensación, motivo que esgrimen para aplicarlos.
Pero en Internet hemos dicho ¡¡basta ya!!. La resistencia es tal que sus argumentos se ponen en evidencia y recurren al insulto. Somos, eso sí, pendejos electrónicos intoxicadores, mentirosos e ignorantes del magno papel que tienen que cumplir en pro de la cultura española. Aún así, no nos resignamos a aceptar que, en nombre de la cultura, nuestra cultura, la cultura de todos y de los legítimos derechos de autor, se cometa una injusticia con todos los ciudadanos, empresas, profesionales, administraciones e instituciones.
En vez de meditar por qué tan agrio desacuerdo ante sus pretensiones, es un lobby tan poderoso e influyente, que ya no necesita pensar en las buenas prácticas para cobrar por sus legítimos derechos. Utiliza su enorme fuerza política y económica para ingresar más en caja y hacer de la cultura una sociedad anónima bajo su administración.
Se olvida de que cuando un colectivo no cuenta con la razón, la fuerza se hace bruta, las ideas se convierten en excusas, y pierde significado su función social.
Es como un cuento perverso en el que los poetas atracan a su pueblo, los cantantes llaman piratas o sabandijas electrónicas a los ciudadanos honestos. Los músicos cambian sus instrumentos por calculadoras y a los autores les inspira la letra de las leyes y de los reglamentos para aplicar tasas. Una verdadera pesadilla, para salir de la cual basta con abrir los ojos y no dejarse engañar.
Tribuna de Víctor Domingo en El Confidencial Digital
Primero impusieron un canon por las cintas casettes vírgenes; después, los videos, las grabadoras, las impresoras, impusieron cánones a los hoteleros, restauradores, televisiones, radios, bares, terrazas, cafeterías, tascas, mesones, fiestas, congresos, bodas, bautizos y comuniones... hasta los clubes de alterne tienen que pagar. Los fabricantes de hardware, también. Y es que ellos entienden la igualdad según la siguiente máxima: "si suena, paga"
Ahora, en su punto de mira está el mundo digital: la Sociedad de la Información. Para empezar ponen hasta dos cánones distintos por los cds y dvds vírgenes, aunque no se utilicen para grabar obras con derecho de autor, aunque los originales impidan ejercer el derecho a la copia privada y no haya posibilidad de compensación, motivo que esgrimen para aplicarlos.
Pero en Internet hemos dicho ¡¡basta ya!!. La resistencia es tal que sus argumentos se ponen en evidencia y recurren al insulto. Somos, eso sí, pendejos electrónicos intoxicadores, mentirosos e ignorantes del magno papel que tienen que cumplir en pro de la cultura española. Aún así, no nos resignamos a aceptar que, en nombre de la cultura, nuestra cultura, la cultura de todos y de los legítimos derechos de autor, se cometa una injusticia con todos los ciudadanos, empresas, profesionales, administraciones e instituciones.
En vez de meditar por qué tan agrio desacuerdo ante sus pretensiones, es un lobby tan poderoso e influyente, que ya no necesita pensar en las buenas prácticas para cobrar por sus legítimos derechos. Utiliza su enorme fuerza política y económica para ingresar más en caja y hacer de la cultura una sociedad anónima bajo su administración.
Se olvida de que cuando un colectivo no cuenta con la razón, la fuerza se hace bruta, las ideas se convierten en excusas, y pierde significado su función social.
Es como un cuento perverso en el que los poetas atracan a su pueblo, los cantantes llaman piratas o sabandijas electrónicas a los ciudadanos honestos. Los músicos cambian sus instrumentos por calculadoras y a los autores les inspira la letra de las leyes y de los reglamentos para aplicar tasas. Una verdadera pesadilla, para salir de la cual basta con abrir los ojos y no dejarse engañar.
Tribuna de Víctor Domingo en El Confidencial Digital